Gisela, cariño ¿a ti nunca te han dicho que uno no se puede dormir en el transporte público?

Bueno, yo no voy a hablar muy alto que no soy el más indicado pues hace unos meses me quedé dormido y me robaron hasta el carnet de identidad. Pero que menos que sentirme identificada con la pobre Gisela que, en un ataque de esos que Morfeo planea y nos pilla desprevenidos, decidió echarse una cabezadita en el AVE para relajarse y cuando se despertó... ¡Sorpresa!

Viajaba en el vagón de cola, el más pequeño y como era el tren de las 8:30 am y la noche anterior había estado grabando una gala, me quede dormida. Cuando desperté, me di cuenta que me faltaban la bolsa con la que viajaba

Y claro, en esos momentos tienes dos opciones: o te cagas en todos los dioses habidos y por haber o te arriesgas a preguntar al resto de los pasajeros a ver si han visto algo y, caso de que lo hayan visto, por qué narices ninguno ha hecho nada:

Según me dijeron algunos pasajeros, en la parada de Zaragoza una mujer de aproximadamente unos 50 años, se ha bajado y se ha llevado mi bolsa

Vamos, que se le amargó el día y se quedó sin un anillo de plata que llevaba, un vestido azul klein la mar de bonito y un par de zapatos que usó en la gala. Su gozo en un pozo y también el de los del AVE, que me da que no vuelven a ver pisar a Gisela uno de sus vagones en mucho tiempo.

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