La historia se repite. Al igual que sucedió en 2010, ahora, tras ganar otro Mundial, solo se habla de un beso. Trece años atrás fue comentadísimo aquel morreo que Iker le plantó a Sara ante millones de espectadores, y hoy, todo el mundo habla del beso entre Rubiales y Jenni Hermoso, la delantera del equipo que se ha llevado la victoria en Sidney.
Ambas historia tienen un beso com protagonista, pero nada tienen que ver la una con la otra, o al menos así lo ha considerado el propio Gobierno español. El acto de amor, de confianza y de cariño que Luis tuvo con Jenni en aquel momento de exaltación, ha sido más condenado que el beso que Judas le plantó a Jesucristo. A ojos de muchos, es una "falta de respeto" y "atenta contra los derechos de las mujeres", tal y como ha dicho el Ministro Iceta.
No estaba premeditado. Fue fruto de la emoción, de la alegría y de un triunfo que ni siquiera imaginábamos. Aquel beso surgió de la emoción más pura y así lo han confirmado ambos protagonistas: "No estamos para gili... Es un pico de dos amigos celebrando algo... Vamos a disfrutar de lo bueno", decía el presidente de la Federación ante los micrófonos de COPE y Radio Marca.
Horas más tarde, se ha visto obligado a recular: "Me he equivocado", ha dicho Rubiales tras el aluvión de críticas. Entre ellas, la de Irene Montero: "No demos por hecho que dar un beso sin consentimiento es algo “que pasa”. Es una forma de violencia sexual que sufrimos las mujeres de forma cotidiana y hasta ahora invisible, y que no podemos normalizar. Es tarea de toda la sociedad. El consentimiento en el centro. Solo sí es sí", escribía en Twitter.
María Patiño, cansada de tanta habladuría, ha salido en defensa de Rubiales: "Habrá quien argumente que estamos hartos de las feministas ultras, habrá quien argumente que es fruto de la euforia, habrá quien argumente... No me siento representada por las mujeres que critican un acto sin maldad", sentencia.
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