Anabel Pantoja trabaja menos de colaboradora en 'Sálvame' que Mario Bross de fontanero o Ana Rosa de presentadora del programa que lleva su nombre (siempre está de vacaciones la tía). Sin embargo, la sobrinísima del folclore siempre se las arregla para soltar alguna perlita que nos deje to' lokos, cuando no es un vídeo demostrando su pantosensualidad en conexión con Corea o una pelea con Jorge Javier Vázquez, claro.
Anabel, con su patachula, ha declarado en exclusiva para 'Lecturas' lo difícil que ha sido para ella lidiar con sus complejos físicos y convertirse en la reina de la pantosensuality que hoy lidera todos los rankings de 'Body Positive', algo que lleva nada más que regular Vicky Martín Berrocal: "Con 18 años pesaba 95 kilos", ha declarado la colaboradora de 'Sálvame' más adicta a la mayonesa.
“Entonces el médico me dijo que tenía rodillas de señora de 60”, ha recordado la que se parece más a Isabel de la familia. Un episodio muy traumático para ella que consiguió ir solventando poco a poco gracias a la ayuda de especialistas, un cuarto de fuerza de voluntad, 'airobi' en Instagram y una cirugía salvadora, no como las de su compañero y enemigo Kiko Matamoros: "Hace siete años probé la banda gástrica, me operé y es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida".
Anabel Pantoja se ha sincerado y ha reconocido que por ella misma no hubiera logrado perder tanto al principio, porque no le gusta el gimnasio ni tiene mucha fuerza de voluntad. “Con la banda bajé 30 kilos, pero ahora he recuperado 10 en el confinamiento”, ha dicho representando al 110% de la población que veía sudar la gota gorda a Patry Jordán mientras se jalaba una bolsa de patatas fritas y la cerveza más fría del frigorífico.
La escritora del libro 'El plan de Sálvame para curvys' ha reivindicado que el peso que indica la báscula es solo un número (cifras de muchos, consuelo de gordos) y que lo importante es sentirse a gusto con uno mismo y estar sano. ¡Llevas toda la razón Anabel! Aunque, en cuanto a tíos, te digo mi teoría. Y es que existen dos clases: los que parecemos que desayunamos todos los días torreznos, y los que parecen primos hermanos de Lobezno.
Foto | G Tres
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