El desgarrador testimonio de Rocío Carrasco, la Daenerys patria de la Tormeta Mediática (la que no arde, madre de Ave Fénix, rompedora de mentiras, Reina de las cenizas, Gobernadora de los tribunales), ha continuado abriendo sus alas cual ave fénix a través de dos nuevos episodio de su docuserie, titulados nuevamente como dos canciones de la madre (la más grande) que la parió: 'Muera el amor' y 'A que no te vas'.
Rocío ha desvelado, a lo largo de estos días de traje rosa en el estudio fotográfico de la orla de la universidad, que su padre Pedro Carrasco le dio muchas cosas en la vida, un tortazo cuando se enteró de que se iba a vivir con Antonio David a Argentona, los ojos claros que sacó su niña y un polémico consejo sobre su separación (entre otras cosas):
"No lo hagas ahora. Déjale que se le pase, te va a hacer la vida imposible. Hazlo, pero hazlo más adelante", le pedía el boxeador a su hija consciente de que el divorcio no iba a ser un "camino de Flores (ni de rosas ni de ninguna clase...)
Ahora Rocío Carrasco, en uno de estos flashbacks de vida que está haciendo en su serie documental, ha localizado el punto de inflexión en el que Pedro y ella tomaron cierta distancia en su relación padre-hija. Y no, para sorpresa de todos, no ha sido una permanente en la peluquería de Raquel Mosquera, sino algo más gordo aún si cabe (aunque ojo cuidado con la de capas de la atmósfera que se pueden destruir con una tarde de servicio de la peluquera...)
“Mi padre le dijo a Fidel que se fuera del hospital”, ha dado a conocer por primera vez la Carrasco en relación al fatídico accidente que sufrió cuando su actual marido conducía el Mercedes descapotable dirección Rascafría un 12 de febrero del año 2000.
Desde el primer momento, Fidel fue tratado como un mindundi, de hecho, ella fue trasladada al 'Hospital 12 de Octubre' en helicóptero y él, en ambulancia: "Lo dejaron en observación lo mínimo posible y le dieron el alta de inmediato por petición de mi familia", ha relatado Carrasco casi sin poder articular palabra, como si se hubiera tragado una nuez (a lo Fernando Simón), pero de dolor.
"Desde el momento del accidente, la relación con mi padre cambia durante un tiempo bastante grande. Por determinadas actitudes que tuvo, que no voy a relatar porque no le dejarían en buen lugar, estuve un tiempo sin hablar con él. Y por encima de todo, era mi padre", admitía visiblemente afectada por el comportamiento tan intransigente de Pedro Carrasco con Fidel Albiac.
El churri de la Carrasco, como buen enamorado, se opuso a todo y no se amedrentó frente al boxeador (el James Lover de la época): “cuando tu hija abra los ojos y me diga que me vaya, me iré”, le contestó lleno de valentía un 14 de febrero, cuando Rocío se despertó de su coma inducido para felicitar a su Fidelito, según ha relatado ella misma como la segunda gran revelación celestial de la historia de España (después de la de la virgen de Lourdes).
Rocío ha añadido que su padre, Ortega Cano y Amador Mohedano, los X-Men del mundo cañí, unieron sus fuerzas para también echar a Fidel de su casa mientras que aún estaba hospitalizada: “Ninguno es consciente de que él iba en el coche y podría haberse matado y yo quedarme viva. Él tiene unos padres y una familia... Estoy segura de que lo hicieron porque pensaban que yo no iba a salir de esta porque, de otro modo, ninguno hubiera tenido narices”, ha dicho admitiendo que estuvo al borde de la muerte tras el siniestro total del descapotable.
Un punto de inflexión en su relación familiar que la Carrasco ha definido como "una falta de humanidad" que aún le cuesta perdonar. Pero su auténtico churri (y no el de pacotilla, Anthony Deivid Flowers) nunca se movió de su lado, aguantó carros (esa no era de la Jurado, sino de Manolo Escobar) y carretas las adversidades por amor... ¡Incluso se tragaba los programas de 'Hable con ellas' con tal de verla en televisión! Eso es entrega y lo demás son tonterías.
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