Es impactante ver a una mujer tan dicharachera y alegre como Ana Obregón romperse en pedazos al hablar con Bertín Osborne de la pérdida más dura de su vida, la de su hijo Aless. La actriz ha narrado la tragedia que tuvo que vivir el pasado mayo de 2020, cuando el cáncer le arrebató lo que más quería: "Lo que me mata es la fuerza y el sentido del humor que tuvo siempre. Una vez me dijo: 'Mamá, perdóname por ser un hijo defectuoso'. Era un tipo extraordinario, se merecía estar aquí", contaba anoche Anita, dos años después del calvario, en 'Mi casa es la tuya'.
Desgarrador, trágico, duro... No hay adjetivos para calificar la secuencia de pérdidas que ha experimentado Ana desde que el Sarcoma de Ewing, un cáncer raro que afecta a gente joven y del que no se sabe demasiado, se llevó a su hijo a pesar de la terapia de protones a la que se enfrentó el joven Aless:
"No le dije nada a nadie, les dijimos que íbamos a trabajar... hasta que nos pilló la prensa. Mis padres se lo tomaron fatal pero me daban ánimos, mis hermanas venían cuando podían, Alessandro también...", recordaba la Obregón acerca de sus constantes idas y venidas a Estados Unidos para tratar la enfermedad de su pequeño.
Ana Obregón y Lequio tuvieron que alquilar un apartamento en el país donde su hijo recibió el tratamiento ya que se iban a quedar un tiempo como para seguir hospedándose en un hotel: "Recuerdo noches tremendas, había que vigilarle mucho la temperatura porque si subía había que irse pitando al hospital. Pasé muchas noches en los pasillos de urgencias, agarradita a su cama", narraba la propia madre del fallecido como si estuviera reviviendo de nuevo aquellas fatídicas noches.
La esperanza tomó un gran protagonismo en una lucha que unió a la familia al completo, en gran medida gracias a la fortaleza del joven empresario: "A los cinco meses, le hacen una resonancia y nos dicen que se ha reducido en un 90% el tumor y me dice Aless. Yo me eché a llorar... Pudimos volver a España, porque lo que nos quedaba se podía hacer aquí. Nos fuimos a Barcelona, donde estaba el especialista en sarcoma. Las quimios son muy duras, le dejaban tres días sin poder comer, ni moverse... Te matan todas las defensas. Él nunca se vino abajo", recordaba muy emocionada ante un ojiplático Bertín.
"Me hubiera prostituido para salvar a mi hijo"
Ana Obregón se siente muy agradecida por su situación económica, que impulsó a que su hijo pudiera tener todos los medios de recuperación a su alcance. No obstante, agradece al magnate de 'Zara' su aportación a la medicina por aquellos que no corren la misma suerte que ella:
"Yo pude ir a Nueva York para darle a mi hijo la prototerapia, hubiera vendido mi casa, mi coche, me hubiera prostituido por salvar a mi hijo. Pero hay gente que no tiene esa capacidad económica y gracias a los 280 millones que donó Amancio Ortega, se ha traído una máquina de esas a España, para darle una oportunidad a la gente", ha recordado a todos aquellos que critican al empresario por sus donaciones a la ciencia.
En enero de 2020 la situación se recrudeció para la familia Lequio Obregón. Un TAC avisa de que hay restos tumorales y, poco después, regresa el tumor: "Ahí se hundió. Empezaron otra vez las quimios pero no hicieron nada, así que ingresó, le hicieron dos operaciones... El tumor estaba en el abdomen. En marzo, ahí ya me dijeron que había poco que hacer, y nos fuimos a Barcelona en una ambulancia, porque él estaba en la cama, lleno de tubos, ya no podía comer ni nada. Las noches eran horribles, ni la morfina le calmaba, se moría de dolor...", ha llorado Ana.
"Cogimos un apartamento en abril, yo solo iba dos horas para ducharme porque Aless siempre me quería tener cerca, le daba seguridad... ¡Qué mierda Bertín, cómo sufrió, joder, cómo sufrió...! Sufrió muchísimo. Daría mi vida porque hubiera sido un accidente de coche", decía la Obregón agarrando a Bertín Osborne y lamentando lo mucho que se alargó su tormento.
El 13 de mayo de 2020 se apaga la vida de Ana
"Un puto lunes, yo estaba duchándome en el apartamento y me llamó Alessandro. Me dice: 'Ana, van a sedarlo'. Cuando llegó el oncólogo, él seguía sonriendo. Esa noche estuvimos a su lado, cogiéndole de la mano y se fue... y yo me fui con él", ha continuado rota de dolor por lo que ha sido y será la mayor tragedia de su vida.
Pero Ana tiene claro que, por encima de su dolor, quiere que su hijo sea recordado como el guerrero que fue: "Yo quiero que la gente sepa lo fuerte que fue mi hijo, y lo valiente, y su padre siempre estuvo conmigo. Yo me quedé abrazada a él mucho tiempo, hasta que se lo llevaron, y ahí dejé de ser fuerte, ahora me está costando mucho serlo", ha continuado poniendo en valor la presencia de Alessandro Lequio en su duelo.
"Yo me morí, estuve seis meses metida en mi cuarto, el mundo se para, me costó cuatro meses volver a hablar... No pedí ayuda porque mi hijo me dio una lección de valentía brutal y si él pudo, yo también quería salir sin pastillas. Yo me perdono la vida todos los días. Me parece tan injusto estar aquí y que él no esté", ha recalcado la Ana más madre recogiendo su famoso texto en Instagram con el que despidió a su hijo asegurando que se apagó su vida.
El consuelo de la Obregón no es otro que la vida eterna de su bebé: "Me manda fuerzas, he creado una fundación y me voy a centrar en ese tumor, voy a seguir su legado y eso me motiva un poco. El duelo es el precio que pagas por haberte atrevido a amar tanto". Y añade: "A la vida le pido volver a nacer, volver a una vida sin él, porque todavía no lo he conseguido", zanjaba con dureza en lo que ha sido su entrevista más sincera, "una conversación entre el corazón roto de una madre y el corazón generoso de un amigo", tal y como ha definido ella de forma sanadora.
Vía | Telecinco
Fotos | @ana_obregon_oficial
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