Ser influencer no es solo subir fotitos a Instagram con filtros que ponen guapo hasta un oso hormiguero (con todos los respetos a los osos hormigueros que nos leen) o viajar por el mundo como quien regresa a su pueblo por Navidad. Esta profesión millenial está en continua reinvención y Stephanie Matto lo sabe de sobra ya que se ha vuelto pionera en un nuevo modelo de negocio de lo más original.
Un influencer común suele sacar su propia firma de ropa o bisutería cual Anabel Pantoja pero, para Stephanie, eso es de mediocres. La chica ha decidido vender sus propias flatulencias (AKA pedetes) en frasquitos de cristal como el que vende arena de las playas de Tarifa. Una idea muy innovadora y, cuanto menos, sonora.
Stephanie Pedorreta Matto ya era conocida antes de ser la influencer de las flatulencias. Participó en un reality estadunidense, '90 day fiancé', en el que tenía tres meses para casarse con su chica si quería seguir viviendo en EEUU (ojito Mediaset que no es mala idea).
Después de hacerse popular y ganar más seguidores, Stephanie (o la Fani para los 'Gipsy Kings') quería más. Pensó en el sector de la venta de ropa interior usada pero ese mercado ya estaba muy manido (y olisqueado) por lo que su mente pensante llegó a la conclusión de rentabilizar sus propios cuescos.
No le va nada mal. Según ha revelado 'The Sun', Lady Flatulencia está ingresando por semana la humilde cantidad de 50.000 dólares de los que, un alto porcentaje, va destinado a la compra de coles de Bruselas al por mayor.
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