Kiko Rivera ha vuelto a las andadas. Si en las discusiones con amigos todos usamos Google para zanjar el tema, en 'Sálvame' se tira del hijo de la Pantoja para todo lo contrario: alimentar más la polémica con nuevas declaraciones. El Dj ha contado anécdotas "bochornosas" de su madre como para hacer siete temporadas de 'Black Mirror' versión Medina Sidonia, ya que las más llamativas tienen que ver con la desconocida, hasta ahora, buena relación que mantiene su madre con las buenas tecnologías.
La mayoría pensábamos que, más allá del playback, Isabel Pantoja era una hereje de todo lo actual, como buena folclórica (antónimo de vanguardia), llegándose a decir que entrar en Cantora es como viajar al pasado. De hecho, no sé vosotros, pero yo me imagino esa finca con un gotelé más pronunciado que las paredes de una mina, visillos de croché, losas más frías que las manos del ginecólogo de Frozen, con la típica cisterna de cadenilla (eso si hay inodoro y no un boquete en el suelo), con botijos, cabezas de toros y ciervos como elementos decorativos, etc.
Sin embargo, el testimonio de Kiko sobre su madre ha apuntado hacia una tonadillera moderna, "con la mano más larga que Rosalía por las uñas" (por ladrona, según su hijo) y capaz de tener cuentas falsas en Instagram para cotillear a todo Cristo.
Pero su racanerío nivel 'cobrar entrada + suplemento de un cupón + regalo por venir a mi cumpleaños' ha impedido que sus conocimientos en ofimática evolucionen, no se gasta el dinero en cursillos ni cogiendo ofertas del 'Black Friday'. Por eso, la Pantoja ha tenido que pedirle favores de lo más ridículos a los periodistas. Tal y como ha contado Kiko, su madre pidió a la revista cara del saludo que le cambiaran el color de los ojos a su nieta Carlota en las fotografías de su bautizo (2018) para poder declarar: "Me emociono al mirarla... Es que son sus ojos, son los ojos de Paco, de su abuelo". Juzguen vosotros mismos este nivel de patetismo.
"En la exclusiva del bautizo de mi hija Carlota, pues como mi niña tiene los ojos más claritos de los que los tengo yo, mi madre por cojones quería que tuviese los ojos azules como el abuelo (Paquirri). Nos hacemos las fotos y mi madre, por el contacto que tiene con '¡Hola!' porque ella ahí es un pez gordo, ella es la que se encarga de elegir la foto de la portada y cuando la vemos ya en el quiosco nos dimos cuenta y digo '¡Ostia! ¿Pero mi hija tiene los ojos azules?' Es que azules no, pusieron los ojos los más azules horrorosos del mundo", relataba Kiko calificándolo como "otro momento vergonzoso" de los muchos que le ha hecho pasar su madre.
Ni Kiko Rivera ni Irene Rosales daban crédito de lo que tenían entre sus manos al ver a su hija poseída por una niña balcánica, como si del inicio de una serie de Álex de la Iglesia se trataba. Estaban viendo en la revista a una hija que no era la suya: "Mi mujer y yo dijimos que se le fue la pinza, conmigo dijo lo mismo, que tenía los mismos ojos que Paquirri, y los míos son dos puñaladas en un tomate", ha dicho tomándose con humor (no le queda otra) el azul 'Viagra' que eligió Isabel Pantoja para engañar a los lectores, tirando de su extraña obsesión por imponer a la naturaleza el color de los ojos de su difunto marido.
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