Después de haberse dado una mariscada y de postre una papaya, tal y como se ha podido ver en ese vídeo explícito viral donde se podía ver a Marina y su tentador favorito dándole al bacalao tostado, hemos encontrado otra joyita documental del pasado ya no tan oscuro (al menos no tanto como su presente) de Isaac Torres, cuando más que un Lobo era un chihuachua callejero, un pequeño baby born, un pipiolo imberbe de 19 años (recién salido de hacer su primera comunión). Vaya, que se ha hecho un Pippi Calzaslargas, pero a la inversa: en su caso, ella empezó siendo una niña prodigio para luego convertirse a su vejez en actriz de cine para adultos.
El catalán de 25 años, seguramente, subió esta maravilla audiovisual a Youtube hace cinco años para exponerla en clase, delante de todos sus compañeros de tercero de la E.S.O 'B', en su segundo año como repetidor, y mostrar sus grandes logros en forma de videocurrículum cuando aún no podía incluir el punto más álgido de su extensa carrera como concursante de realities, el clímax de su formación: la exploración que le ha hecho a Marina moviendo el lengüino como la hélice de una Thermomix.
Isaac, un chico organizado, ha comenzado demostrando lo cualificado que está con su largo historial de formaciones: "De educación y formación hice la educación secundaria obligatoria (no todos sus compañeros de Villa pueden decir lo mismo), luego cursé el Grado Medio de Actividades Físico-Deportivas al mismo tiempo que hacía el cuarto nivel de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas y ahora mismo estoy cursando el AFE, el Ciclo Superior de Deportes", decía con un tupé peinado por las mañanas gracias al lengüetazo de una vaca y donde por las noches habitaba una familia de cigüeñas.
"Y de experiencia laboral, fui entrenador de categorías infantiles en 2012 y estuve en 2013 de técnico de reparación de bicicletas, en 2014 fui monitor de gimnasio y ahora mismo estoy trabajando en el 'Bona Sport' de La Bonanova... Ya está, corta", ha continuado el Lobo con la misma naturalidad con la que Omar Montes hace promoción de los productos que sus sponsors le facilitan.
El cambio físico de Isaac Torres es bastante considerable, para qué engañarnos, el Lobo está más fornido ahora y sus cejas ya no parecen la flecha del swipe o 'ver más' que tienen las influencers en sus insta stories.
El chaval ha dejado de parecer un repartidor a domicilio del ratoncito perez para ser uno de esos fuckers que invitan a la botella cara (la que viene con bengala y cuatro botellas de tónica en un cubo) en el reservado de la discoteca; ha pasado de tener un seto podado como pelo o parecer un cacique inglés con casco a lucir un corte degradado a medio camino entre el de Maluma y Jesulín de Ubrique en 'Torrente 5'; de tener una expresión virgen, a pedirte con la mirada una hora sin (bueno, mejor con) cámaras; de no tener ni bigote de pelusilla, ni perillita de chivo, a lucir una barba perfectamente cuidada y frondosa, de la que hace cosquillitas... ¡Menuda evolución de Pokémon tipo fuego lanzallamas para arriba!
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