Will Smith está pasando por una rachita telita de chunga. Hace poco más de una semana que el intérprete se llevó el Óscar al mejor actor de reparto al propinarle una guantá a mano abierta al cómico Chris Rock después de que este hiciera un chiste sobre la alopecia que sufre su señora esposa, Jada Pinkett.
Tras esto, el prota de 'Soy Leyenda' pidió perdón a través de un post instagrammero donde le dejó clarinete al humorista (y a toda la peña virtual sedienta de salseo) que cuando alguien se mete con su churri el se pone to' loco: "Lamento profundamente mi comportamiento. La violencia en todas sus formas es venenosa y destructiva. Mi comportamiento de anoche en los Premios de la Academia fue inaceptable e inexcusable. Las bromas a mi costa son parte del trabajo, pero una broma sobre la condición médica de Jada fue demasiado para mí y reaccioné emocionalmente", expuso kung fu Will.
Ahora, algunos medios como 'The Sun' han revelado que el actor ha ingresado voluntariamente en una clínica de rehabilitación deluxe para meditar y reflexionar, después de soltar un cheque repletito de ceros, sobre la repercusión que tuvo su mano voladora: "Will está muy afectado. Recibirá ayuda para lidiar con el estrés (...). Esta es sin duda la batalla más dura de su carrera. Es un retiro de alto nivel utilizado por los ricos y famosos", ha desvelado una fuente para dicho medio.
"Él espera avanzar para poder regresar y salvar su reputación y su carrera. Su discurso de renuncia plantea la posibilidad sobre el tema de que lo despojen de su Óscar. Eso sería un golpe duro para él", ha sentenciado la misma fuente para 'El solecito', haciendo mención al ataquito de ansiedad que le daría al artista si le arrebataran la ansiada estatuilla del vigoréxico dorado que le brindaron la noche de las tortas.
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