El hijo de Kiko Matamoros ha resultado ser tan presumido como su padre. A él le gusta verse bien, estar siempre a punto aunque tenga que pasar por manos de un doctor 83 veces al mes. Esta vez no son los pómulos ni los labios, sino el pompis. El culito, que con el paso de los años empieza a perder encanto. Pues nada, Matamoros ya le ha puesto remedio con este tratamiento 'Push-up'.
La adicción a los retoques estéticos es peligrosa, casi imparable. Diego no puede dejar de toquitearse (lo lleva en los genes) toíto entero. También hay que recordar que su pareja, Carla Barber, es dueña y señora de una clínica estética top de la capital, y su rostro también ha pasado por boxes en varias ocasiones.
Al grano, el nuevo tratamiento de Matamoros Junior no duele ni precisa de agujas. Se trata de una maquinita que emite pequeñas descargas en el culete. A Diego no se le ve sufrir en ningún momento. ¡Chica, lo mismo me lo pienso! ¿Cuánto costará?
Ahora Kiko Matamoros no está pasando por su mejor etapa, todavía sigue ingresado aunque con buen pronóstico. Pero claro, cuando el patriarca vea el trasero tan firme y redondo de su hijo se va a morir de la envidia. Diego, vete pidiendo descuento en la clínica: "Oye, si traigo a un familiar haceis descuento, verdad?".
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